A lo largo de nuestras vidas ocurren situaciones que podemos gestionar y otras que nos superan emocionalmente y sale de nuestros labios esa frase dolorosa: "Ya no puedo más, esto me supera".
Sentirse abrumado o triste es necesario, cuando alguien se va de nuestras vidas, hacer un duelo es crucial. Este proceso incluso lo hacemos cuando nos mudamos, cambiamos de trabajo o terminamos una relación de pareja (esta a veces necesita duelos más largos).
Sin embargo, cuando el proceso de dejar ir se torna eterno, nuestra salud se deteriora por el desgaste emocional y físico que produce. Frases como "estar muerto en vida" es una de las tantas y eso no es vivir en absoluto.
Cerrando los ojos cuando estemos muy dolidos, ponerse de rodillas o sentarse, hacer una respiración profunda y rendirse a lo evidente.
" ME RINDO porque me he olvidado de mi, acepto que he creído que soy un cuerpo y mente por separado y acepto que mientras, me he hecho mucho daño, (visualizamos el dolor como una ola inmensa), me perdono porque no lo sé hacer mejor, me perdono porque me he reñido, me he exigido, me he juzgado, me perdono y me rindo a lo único que es real y que existe que es el amor, me rindo."
Somos amor en esencia, somos imperfectos y perfectos a la vez, debemos estar convencidos de ello. Rendirse no es darse por vencido, lo primero es ser consciente que en este momento la realidad va más allá de mis posibilidades y proceder a reconstruirme. Darse por vencido es quedarse sin hacer nada y abandonarse.
En la fragilidad es donde se encuentra la fuerza, la fragilidad no es debilidad, sino la capacidad de darnos cuenta que necesitamos un descanso para retomar las fuerzas que nos van a sacar de la oscuridad y nos llevará a donde realmente queremos ir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario