La gran ironía es que no hay absolutamente ninguna evidencia científica que apoye la idea de que una dieta baja en grasa contribuye a la pérdida de peso o a la buena salud. Puede que usted encuentre difícil creer esto, porque la idea es tan predominante en nuestra cultura. Sin embargo, es verdad. Miremos los estudios siguientes.
Considere la información sobre la relación entre las dietas altas en grasa y la enfermedad cardiaca.
Nos han enseñado que comer grasa aumenta el colesterol y que el colesterol alto causa ataques cardiacos. Pero, aunque la muerte por ataques cardiacos parece disminuir, el número de gente que se enferma del corazón no. Las estadísticas de la Asociación Norteamericana para el corazón mostraron entre 1979 y 1996 los procedimientos médicos para las enfermedades coronarias aumentaron de 1.2 a 5.4 millones por año. La enfermedad cardiaca no ha disminuido con la dieta baja en grasa que los norteamericanos han adoptado; solamente hemos mejorado los tratamientos para la enfermedad cardiaca una vez que se manifiesta.
Otro proyecto famoso, el Estudio del corazón de Leon, tuvo que detenerse prematuramente porque la gente que estaba comiendo la dieta de la Asociación Norteamericana para el Corazón estaba muriendo, mientras que aquellos que comían la saludable dieta mediterránea, más alta en grasa, estaban bien.
Un estudio más reciente encontró que la práctica de un estilo de vida saludable por más de diez años, en una población más vieja (de 70 a 90 años), que incluía una dieta mediterránea, con más grasa, actividad física moderada, no fumar y consumo moderado de alcohol, estaba asociada a una reducción de 70% en muertes por cualquier causa.
Un ejemplo que es casi muy absurdo para ser verdad es el estudio de salud de las enfermeras de Harvard que estudió a más de 300 000 mujeres durante un periodo de 10 años, para ver si había una correlación entre la grasa de la dieta y la enfermedad coronaria. El gobierno de Estados Unidos gastó cerca de 100 millones de dólares, esperando probar que la grasa era una asesina.
En las últimas el estudio concluyó que no hay conexión entre las dos, pero el gobierno se negó a cambiar la política pública que se había construido años antes de que el estudio concluyera con la idea de que una dieta baja en grasa era más saludable...
La parte realmente desafortunada sobre esta escandalosa decisión es el hecho de que la política de los Estados Unidos sobre dietas bajas en grasa ha contribuido a una epidemia de obesidad, diabetes, enfermedad cardiaca e incluso desórdenes relacionados con el cáncer. ¿Cómo? Alentando a los norteamericanos que se deben comer de seis a once porciones de cereal, arroz, pan y pasta en lugar de grasa. Se ha probado que este patrón de alimentación contribuye a todas estas condiciones fatales de salud.
Un ejemplo que es casi muy absurdo para ser verdad es el estudio de salud de las enfermeras de Harvard que estudió a más de 300 000 mujeres durante un periodo de 10 años, para ver si había una correlación entre la grasa de la dieta y la enfermedad coronaria. El gobierno de Estados Unidos gastó cerca de 100 millones de dólares, esperando probar que la grasa era una asesina.
En las últimas el estudio concluyó que no hay conexión entre las dos, pero el gobierno se negó a cambiar la política pública que se había construido años antes de que el estudio concluyera con la idea de que una dieta baja en grasa era más saludable...
La parte realmente desafortunada sobre esta escandalosa decisión es el hecho de que la política de los Estados Unidos sobre dietas bajas en grasa ha contribuido a una epidemia de obesidad, diabetes, enfermedad cardiaca e incluso desórdenes relacionados con el cáncer. ¿Cómo? Alentando a los norteamericanos que se deben comer de seis a once porciones de cereal, arroz, pan y pasta en lugar de grasa. Se ha probado que este patrón de alimentación contribuye a todas estas condiciones fatales de salud.
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