Vamos a ponernos en contexto: según datos recogidos por varios colegas terapeutas, el tiempo promedio que demora armar una clase presencial es, la tercera parte de lo que demora estructurar una clase virtual. Además, qué suerte, que tienes el internet hiper veloz; donde yo vivo, en Chaclacayo, como en muchos distritos de Lima; la conexión a internet es tan veloz como un tanque a pedales y súmale; o que alguno de los padres, tiene que hacer tele trabajo a la misma hora de la clase de su hijo o que se corta la señal intermitentemente; por lo tanto el docente, no sabe a ciencia cierta si el 100% de su clase fue escuchada y/o entendida.
Si algo sería bueno aprender, es que uno da lo que tiene dentro y si no eres capaz de tener un poco de paciencia con tus propios hijos, en realidad, está de más gritar: ¡ que rabia estos maestros, no saben hacer una clase decente !, ¡ se les cuelga a cada rato !, ¡ los chicos no aprenden nada ! ... y la máxima: ¡ Qué complicado para los chicos ! (en realidad es complicado para el padre que nunca tuvo que ayudar a un hijo a hacer tareas).
En el colegio de mis hijos, toda la vida se nos puso en claro, que el apoyo de los padres, es vital para el desarrollo académico de los hijos, porque hasta la mamá que no sabe leer y le pide a su hijo, que le lea la obra para ayudarlo con el resumen, vale tanto como el académico que resuelve un ejercicio de mate con su hija por mensaje de whatsapp.
Muchos se acostumbraron al club de tareas, al profesor particular y a que la señora de limpieza ayude a hacer los cuadros con fideítos de los chicos; ahora que hay que ser padres presentes, cómo cuesta ¿verdad?; y no es jalón de orejas, es que alguien tiene que decir las cosas como son: en la mayoría de casas, donde se despotrica contra el profesor, no se piensa que muchas veces, él tiene que dar su clase desde su celular, escondido en un dormitorio, porque tiene hijos pequeños, para que no le hagan bulla; que durmió tres horas, porque en el día dicta clases y en la noche recién puede sentarse a preparar sus clases del día siguiente. A ese docente que quieres que le bajen el sueldo porque no gasta en movilidad, pero que no comprendes que trabaja más horas que nunca, que utiliza el internet de su casa, que no tiene privacidad alguna en su propio hogar y que de corazón te lo abre, con tal que los chicos no se atrasen más.
Ese maestro que tuvo que aprender a ser un maestro virtual en dos semanas, proceso que en países como España según especialistas pedagogos, se daría en el transcurso de dos años, imagínate en nuestro país.
Aplaudo a esas mamás que no piden rebaja a los colegios con pensiones justas, que pagan como sea y que tienen un solo celular para dos hijos que se turnan para entrar a clases; a las mamás con tres hijos, que tienen una computadora, una tablet destartalada y un celular, sentadas al costado del niño de primer grado, escuchando la clase para ayudar al pequeño con las sumas después; al hermano mayor que recorta hisopos para el trabajo de arte de su hermana, al papá que canta bajito mientras cocina, porque su hijo está en clase y a la adolescente en pijama, a la que la abuelita le pone la leche y el pan con mantequilla al costado, mientras trata de resolver un examen desde su celular.
Este cambio nos toca a todos, cada uno desde sus carencias y sus lujos, todos estamos poniendo de nuestra parte, unamos fuerzas no para escribir: "profesora, usted no tiene método"; hablemos en el chat de papás: ¿COMO PODEMOS AYUDAR?, te das cuenta que si ayudas, no solo le sumas al colegio sino a tus hijos, que tanto amas; si tu preocupación es genuina, SUMA; si tu comentario no suma, ponte a pensar, sincérate contigo mismo, si quizá solo estás desfogando la frustración propia que no sabes como canalizar. Esto suele pasar con frecuencia.
Los procesos de cambio toman tiempo, así como tú demoras en interiorizar cosas nuevas, el resto del mundo también. SUMEMOS.
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