El título tiene tres sinónimos que al final envuelven lo mismo, dejar de hacer lo que hay que hacer.
A veces me pasaba, cuando era ama de casa, como no disfrutaba en absoluto cocinar, me ponía a leer (amo leer) y si cocinaba lo hacía escuchando audiolibros o conferencias.
Leyendo a diferentes Coaches y expertos en tratar temas sobre la procastinación, encontré un punto de vista interesante: "Dejar todo para después tiene que ver con la autoestima". ¿Cómo así?.
La autoestima no sólo es "querernos", no sólo es un tema emocional o sentimental; sino también es: sentirme capaz, suficiente, con la habilidad de, con la seguridad en mi mismo para lograr.
Cuando priorizamos cualquier cosa antes que cumplir con nuestra responsabilidad, podría ser porque en el fondo creemos que no tenemos la capacidad y le damos largas.Todos tenemos escalas de prioridades distintas, ninguna mejor que otra, simplemente diferentes; sin embargo, cuando huimos de una actividad que representa un cambio o "mejora laboriosa", la mente trata de evitar el esfuerzo y mantener el estado neutro, por eso cuesta tanto crear nuevas rutinas.
Para lograr combatir esas "ganas de no hacer" hay que echarle mano a la voluntad y a la parte consciente del cerebro, para convencernos que el cambio es mejor; que modificar la rutina nos beneficia y de tanto hacerlo, se convierta en una nueva forma de funcionar y no haya resistencia.
La mente ama las rutinas, no hay mucho que esforzarse, pero cuando estamos vibrando alto porque queremos "comernos el mundo" y nos creemos invencibles; los cambios son más "sencillos". Cuando vemos la dificultad como desafío y no como freno, fluimos por la vida haciendo desmadres para bien y para no tan bien a veces.
Cuando sabemos que somos valiosos y capaces, las situaciones adversas las vemos como aprendizaje que nos suma y nos hace mejores seres humanos. Cuando miramos la vida desde el miedo, desde el sentimiento de no suficiencia, hasta lo más pequeño nos parece una fatalidad.
Trabajar en amarnos, en reconocer lo que hemos avanzado sin compararnos con nadie más que con nosotros mismos, cerrar los ojos y pensar qué vamos a sentir cuando logremos los desafíos y usar esa emoción como combustible para avanzar. Nadie tiene la culpa de lo que no logramos, nadie va a cambiar para nosotros, todo lo que quiero lograr solo depende de mi y de cómo uso los recursos; así que a ponerle ganas, trabajar en nosotros mismos y no esperar a tener la plata, el título, mudarme o etc. para lograr cosas, cada momento es perfecto dentro de su imperfección.Como decimos en el Perú: "Vamos a meterle garra", vamos a echarle ganas a la mejora continua, una lavadita de cara, una sacudida de brazos y piernas, un poco de música y a comenzar a hacer lo que hay que hacer y si no tenemos aún la habilidad, si el desafío apareció en nuestra vida es porque hay algo que aprender y una habilidad escondida que vamos a cultivar.
Aprender siempre nos hace mejorar.
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