Etimológicamente Vulnerabilidad viene de latín "vulnus" que significa herida por tanto vulnerabilidad sería "posibilidad de ser herido" y es por eso que le tenemos miedo.
Obvio que nadie quiere ser herido, menos por una persona que amamos, pero la posibilidad siempre existe; inclusive a veces nos herimos a nosotros mismos, cuando creamos expectativas sobre algo o alguien y al final todo sale al revés.En temas de emociones, la vulnerabilidad la vemos como uno de los últimos peldaños de la debilidad, es como "estar en carne viva" y de ahí queremos que todo acabe.
Una vez escuché una frase: "en la vulnerabilidad está tu fuerza" y es que cuando tocas fondo, lo único que queda es subir, es sacudirse, echar a andar la creatividad y la improvisación para comenzar de nuevo.
Reconocernos vulnerables es como doblemente doloroso, no solo nos damos cuenta que lo externo nos va a doler sino que somos conscientes de la herida y estamos a la defensiva cuidando lo que queda de nosotros.
Una forma dramática de explicarlo pero sabernos vulnerables no es debilidad, no es ser blanditos sino es ser humanos, imperfectos y profundos.
La felicidad es un camino, si nos sentimos vulnerables y comenzamos ese proceso de valorar lo que
somos y lo que tenemos, es que nos damos cuenta de que cada logro, aunque sea chiquito, vale.
Es cuando comenzamos a florecer desde semilla, con las experiencias que nos dicen por dónde no ir y afinamos la intuición cada vez más.
Sentirnos vulnerables no está mal, no es el fin del mundo, hay que abrazarnos fuerte a nosotros mismos, sacar nuestros "trapitos sucios" y volver a empezar cada vez que se requiera, sin cansarse, sin pensar que somos un fracaso porque a veces no tenemos éxito en el proceso. La caída es aprendizaje no fracaso.
Hacer pausas no es rendirse, es pensar, retomar y avanzar.
Siempre habrá gente que te ame y sea soporte, siempre puedes buscar un profesional que te ayude a salir de la situación, siempre hay un cómo si tú lo buscas.
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