El nervio vago (nervus vagus o nervio craneal X) es el décimo par craneal y el más extenso del sistema nervioso humano, dado que se extiende desde el bulbo raquídeo hasta las vísceras abdominales . Inicia su trayecto en ganglios del bulbo y atraviesa múltiples estructuras: faringe, laringe, esófago, corazón, pulmones, estómago, hígado, páncreas e intestinos hasta el colon transverso .
Funciones principales
Fibras sensitivas y motores: incluye aferencias somáticas y viscerales, además de fibras parasimpáticas que regulan funciones involuntarias como frecuencia cardíaca, digestión y motilidad gastrointestinal .
Control neuroinmune: a través de la vía colinérgica antiinflamatoria, la estimulación vagal induce liberación de acetilcolina, la cual suprime citocinas proinflamatorias (como TNF), reduciendo la inflamación sistémica .
Comunicación bidireccional intestino‑cerebro: el 80 % de sus fibras son aferentes, transmitiendo información del tracto digestivo al sistema nervioso central. La microbiota intestinal modula esta señalización a través de la producción de moléculas activadoras del nervio vago .
Importancia clínica
Un tono vagal adecuado está vinculado con mejor regulación del estrés, salud digestiva, control de inflamación y equilibrio emocional . Por otra parte, su disfunción puede originar síntomas como ansiedad crónica, trastornos digestivos, inflamación persistente y mala adaptación fisiológica al estrés . Investigaciones recientes en modelos animales han descubierto que la activación del núcleo motor dorsal del nervio vago controla la absorción intestinal de grasas y, por ende, influye directamente en el peso corporal . Esto abre nuevas posibilidades terapéuticas para abordar la obesidad en humanos.
Alimentación y salud del nervio vago
Se ha demostrado que ciertos nutrientes contribuyen al mantenimiento de la integridad y función del nervio vago, tanto por su acción bioquímica como por su influencia sobre la microbiota:
1. Acetilcolina: neurotransmisor esencial para la señal de relajación parasimpática. Se sintetiza a partir de colina, presente principalmente en el hígado y en los huevos .
2. Probióticos y fibra prebiótica: mejoran la salud intestinal y la producción de metabolitos que estimulan aferencias vagales. Son recomendables alimentos como yogur, kéfir, chucrut, avena, ajo y cebolla .
3. Grasas saludables (omega‑3): presentes en pescado azul, nueces y semillas, que favorecen la respuesta antiinflamatoria y modulan el tono vagal .
4. Magnesio y antioxidantes: frutos rojos, té verde, cacao puro, almendras, espinaca y plátano son ricos en antioxidantes y magnesio, que favorecen la función neuronal y la regulación inflamatoria .
Recomendaciones dietético‑conductuales
Para optimizar la función del nervio vago y promover su tono (tonicidad vagal), se sugiere adoptar una combinación de estrategias nutricionales y conductuales:
Alimentación equilibrada: incluir colina (huevos, hígado), omega‑3, probióticos, fibra prebiótica, antioxidantes y magnesio.
Técnicas mente‑cuerpo: respiración diafragmática, meditación, canto, yoga, ejercicio físico, exposición breve a agua fría, risa y conexión social ↔ estímulos que activan rutas vagales y aumentan el bienestar emocional .
Conclusión
El nervio vago es un componente crítico del sistema nervioso autónomo, que vincula profundamente la salud emocional, digestiva, cardiovascular e inmunológica. Su activación adecuada favorece la homeostasis, la regulación del estrés y la comunicación mente‑cuerpo. La alimentación desempeña un papel clave, pues nutrientes como la colina, grasas saludables, probióticos y fibra prebiótica pueden mejorar la función vagal mediante distintas rutas bioquímicas y neuroinmunológica.
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