viernes, agosto 01, 2025

El rostro del autoritarismo: qué hay detrás de una personalidad dominante


Aunque solemos ver a la persona autoritaria como alguien fuerte, segura y decidida, desde la Programación Neurolingüística (PNL) y la neurociencia sabemos que detrás del control excesivo hay inseguridad emocional, miedo a la vulnerabilidad y patrones mentales rígidos que muchas veces se forjaron en la infancia.

1. Las huellas de la infancia que forman un estilo autoritario

Desde la mirada de la PNL, las creencias profundas se instalan en nuestros primeros años. Un niño que creció bajo figuras parentales frías, críticas o excesivamente exigentes, puede haber desarrollado la creencia de que "el amor se gana obedeciendo" o "si no controlo, me dañan".

Estos niños suelen reprimir su sensibilidad para ser “fuertes”, y en la adultez, usan el poder o la autoridad como forma de protección emocional. Lo autoritario no nace de la fortaleza, sino del miedo al descontrol, al rechazo o al error.

2. ¿Qué ocurre en el cerebro de una persona autoritaria?

Desde la neurociencia, el cerebro autoritario funciona desde un sistema de amenaza sobreactivado. La amígdala (centro del miedo) tiende a estar más reactiva, interpretando desacuerdos o cambios como peligros. Esto genera una necesidad constante de control para reducir la ansiedad.

Además, se observa una menor flexibilidad cognitiva: la corteza prefrontal (zona encargada de la empatía, la reflexión y la toma de perspectiva) no siempre regula adecuadamente los impulsos, lo que lleva a respuestas rígidas, directivas o impositivas.

3. Cinco conductas típicas del autoritario

  1. Necesidad de tener siempre la razón: Interpretan el desacuerdo como amenaza o falta de respeto.

  2. Imposición de reglas sin espacio para el diálogo: Prefieren mandar antes que negociar.

  3. Baja tolerancia a la frustración: Reaccionan con ira o impaciencia cuando las cosas no salen como quieren.

  4. Uso del miedo como herramienta de control: Emplean gritos, amenazas o sarcasmo para mantener el poder.

  5. Dificultad para pedir ayuda o mostrar errores: Temen que mostrarse vulnerables los vuelva débiles ante los demás.

Nadie nace autoritario, pero muchas heridas no elaboradas pueden hacernos construir armaduras mentales para protegernos del dolor. Desde la PNL y la neurociencia sabemos que es posible reprogramar creencias, trabajar la autoconciencia emocional y flexibilizar el pensamiento.

Cambiar no es debilidad. Al contrario, es un acto profundo de poder personal.

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