El tema de la infidelidad es figurita repetida desde antes de la época de las tatarabuelas, donde se ponía la otra mejilla, te hacías de la vista gorda, te decían "tú eres la catedral, las otras son capillitas" y más frases que denigraban a la mujer, quien, queramos o no, sentía que era la manera de asumir la función de esposa.
Las mujeres se van empoderando y dejan de tolerar ese tipo de cosas (solo un porcentaje de la población), se separan, se divorcian y rehacen sus vidas.
Sin embargo, a consulta van mujeres entre 25 y 45 años afligidas porque "no saben si textear (mensajes de Whatsapp o instagram o messenger) las hace infieles".
En mis sesiones trato de no opinar si no me lo piden, así que empiezo a preguntar.
¿Has hablado con tu pareja sobre acuerdos de exclusividad y sobre qué consideran que es ser infiel? y normalmente la respuesta es No. Esta debería -creo yo- ser una conversación de primeros días de relación.
La infidelidad en una relación de monogamia es romper un pacto de exclusividad con tu pareja y, ojo, lo que es infidelidad para mi no necesariamente lo es para mi pareja, sin entrar en discusión de lo correcto o incorrecto.
Entonces se hace fácil cuando le pregunto lo siguiente:
¿Te gustaría que tu novio tratara como "bebecita" a otra chica y comience a ignorarte?
¿Te gustaría que sienta amor romántico por otra chica, le mande fotos y mensaje tiernos?
¿Te agrada que se escriba con alguien y ande revisando a escondidas las conversaciones con ella cuando está contigo o se amanezca texteando?
¿Sabías que la mayoría de coqueteos telefónicos terminan en encuentros físicos?
Hasta ahora no me pasó que alguien me diga si a todas las respuestas.
Lo ideal es terminar el vínculo cuando vemos que la relación no tiene solución, siempre intentando analizar si lo que se siente quizá es una calentura debido a inseguridades propias o si realmente hay sentimientos involucrados.
Recuerda que lo que duele no es el cuerno sino la traición a una promesa de amor exclusivo.
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