Para muchas mujeres de la Generación X, el amor ha estado históricamente asociado al sacrificio. Crecimos con la idea de que amar era dar más de lo que recibimos, sostener emocionalmente a la pareja y a los hijos, y postergar nuestros deseos sin cuestionarlos.
Sin embargo, algo profundo está cambiando: hoy vemos mujeres que desean relaciones conscientes donde ambos crecen sin perder su esencia individual.
Cuando la identidad se diluye dentro de la pareja aparecen síntomas silenciosos: agotamiento emocional, pérdida de motivación, dificultad para tomar decisiones personales y una sensación interna de “no sé quién soy fuera de esta relación”. Desde la Psicología del Comportamiento, esto se conoce como desintegración del autoconcepto, y su efecto más frecuente es la desconexión afectiva.
Desde el Neurocoaching, el primer paso es reconstruir la relación con una misma, porque nadie puede nutrir vínculos desde un tanque interno vacío. La verdadera madurez emocional no es elegir entre la pareja y una misma, sino aprender a coexistir con equilibrio.
Cuando sustituimos estas creencias por otras más funcionales, aparece un nuevo modelo de amor: uno donde cada persona crece y se acompaña desde la libertad y no desde la dependencia.
Amar sin perderse significa amarse primero.
¿En qué área de tu vida sientes que te has puesto en pausa y te gustaría comenzar a recuperarte?

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