Las mujeres de 40 a 60 años son probablemente la generación con mayor carga emocional y operativa de la historia reciente. Muchas son líderes en casa, en sus trabajos, acompañan a padres envejeciendo y a hijos que comienzan su vida adulta. Sin embargo, junto a ese liderazgo aparece un enemigo silencioso: la culpa.
La culpa se activa cuando existe una distancia entre lo que creemos que “deberíamos ser” y lo que sentimos que podemos sostener. La PNL explica esto como una distorsión de expectativas, basada en modelos familiares antiguos donde la mujer debía ser perfecta en todos los roles.
El costo es enorme: agotamiento, irritabilidad, pérdida de deseo sexual, distanciamiento afectivo y una sensación constante de no estar haciendo suficiente.
Cuando priorizamos conscientemente, la culpa se disuelve y aparece la coherencia interna.
El liderazgo más sano dentro de la pareja no nace del control, sino del acuerdo, del diálogo emocional honesto y de la corresponsabilidad.

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