martes, enero 03, 2023

La falta de "barrio" y las habilidades sociales


Tengo 47 años y algo que debo agradecer es que tuve una infancia divertida y llena de vivencias retadoras.

Éramos muchos niños y los papás salían al parque a "cuidarnos" pero en realidad se la pasaban conversando después de llegar de la oficina y las mamás (algunas) terminando el quehacer el hogar.

Los juegos nos enseñaban varias habilidades sociales y habilidades blandas: había que esperar turnos (paciencia), resolver acertijos (capacidad resolutiva), saber perder (tolerancia a la frustración), trabajar en equipo y la solidaridad.

En estos tiempos de padres estresados, de vidas en departamentos con videojuegos y televisión; los niños crecen sin "barrio", van al cole, algunos tienen amigos en talleres de deportes, pero pocos son los que salen a la calle a jugar e interactúan con otros chicos.   

Hablaba una amiga que ve a los niños atropellarse en los juegos y que la habilidad para solucionar sus propios conflictos es casi cero, siempre hay una madre coraje que le "soluciona" sin darse cuenta que es una excelente oportunidad para enseñarle a que solucione sus problemas.

Elsa Punset en su libro "Brújula para navegantes emocionales" cita:

"Los estudios más recientes indican que están cayendo las curvas de destrezas sociales y emocionales de los niños. La media de los niños occidentales están más nerviosos, más irritables, más deprimidos y se sienten más solos...

La madurez emocional del niño será clave en el manejo de las circunstancias adversas.

...

En los hijos, la inteligencia emocional se traduce en la habilidad de gobernar los impulsos y la ansiedad, tolerar la frustración, motivarse a sí mismos, comprender las señales emocionales de los demás y mantener el equilibrio durante los momentos de cambio." 

Y es que entre la inseguridad en las calles, los pocos lugares para que los niños puedan jugar libres y que los papás ya no se hacen el tiempo para compartir estos espacios con sus hijos; los niños y adolescentes van creciendo más débiles emocionalmente, con dificultades para generar vínculos afectivos y que ante la situación más pequeña, sienten que se les acaba el mundo, llegando incluso a atentar contra ellos mismos por no saber cómo salir de ese estado y no tener un grupo de contención.

Elsa Punset también cita: "La rigidez nos impide seguir el cauce de nuestras vidas de forma espontánea y creativa. Y esa rigidez, fruto del miedo y de la ira, también impide que podamos amparar y guiar a otros cuando ellos necesitan apoyo de cara a sus propios procesos de desarrollo, transformación y crecimiento".


Es momento de hacer un reflexión real e incorporar en las rutinas familiares este entorno propicio, donde los niños ejerzan su derecho de ser niños, sin estar atados a un computador o celular y salgan al mundo y aprendan a socializar por su bien, ya no es un tema de "Ay que flojera" es cumplir como padres nuestro deber de darle herramientas a nuestros hijos para valerse por si mismos en la vida.

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