Todos queremos ser felices y dentro de esa experiencia, el poder compartirla con otras personas la hace más significativa.
Cuando tenemos pareja buscamos optimizar nuestras virtudes, mostramos nuestra mejor versión y con el paso del tiempo, cuando las hormonas bajan y comenzamos a ver las cosas como realmente son, nos damos cuenta que tendemos a idealizar a las personas y que es agotador ser siempre un "rayo de sol".
Todos tenemos un lado oscuro con heridas, dolores guardados, traumas escondidos y en algún momento van a salir en forma de miedos, iras o llanto.
Las personas somos energía fluctuante y las emociones son energía en movimiento, así que es normal tener picos de felicidad, ira o tristeza.
El trabajo en nosotros mismos es una necesidad para vivir en calma en un mundo lleno de estímulos diversos; hay talleres, terapias, cursos y un sinnúmero de estrategias para desarrollar el ser, pero qué pasa en una pareja cuando uno de ellos empieza a trabajar en la mejora continua y el otro no; se generan brechas de comunicación y probablemente comiencen los roces.
Todos somos únicos y peculiares, hay personas que consideran que el desarrollo personal es algo sin importancia y respetamos su manera de pensar; sin embargo, cuando una de las dos partes quiere mejorar emocionalmente y el otro no entiende, las conversaciones se vuelven complejas por la diferencia de vocabularios y poco a poco ambas personas empiezan a tomar caminos distintos y el ser pareja se vuelve muy difícil.
Suele pasar que cuando trabajamos en la espiritualidad o la gestión emocional, la pareja a veces se burla o por desconocimiento dice frases hirientes respecto a todo eso que desconoce y le resta valor por su punto de vista. Lo menos inteligente es pensar: mejor no sigo trabajando en mí para no perder a mi pareja, pero eso sólo nos llevará a entrar en la deuda emocional: "después de todo lo que dejé por ti".Si es tu caso, estás en el proceso del desarrollo personal en el que te conviertes en una mejor persona (siempre comparándote contigo mismo) y la persona que tienes al lado cada vez está más lejos de ser un compañero de vida, entonces es un buen momento para replantear la relación y buscar maneras de reducir la brecha o cada uno vivir como cree que es mejor.
Las relaciones tibias son como un grillete emocional que los arrastra a ambos y ninguno es feliz.
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