jueves, abril 08, 2021

Sensaciones y empatía en pandemia


Soy terapeuta y varias de las mujeres que llegaron a mi consultorio virtual y presencial tenían dos características: más de 40 años y se les complicaba el gestionar la necesidad de control. 

Viví con calendarios en la refrigeradora y horarios en los dormitorios muchos años y todos sabíamos que haríamos todo el mes y a qué hora.

Funcionaba muy bien y comenzó la pandemia y nos sentó. Ya no salíamos, era como si nos hubieran puesto una tecla de PAUSA y dejé de imprimir los meses de Calendar para ponerlos en la refrigeradora.

Todo estaba perfectamente descontrolado: Papá, Mamá, hijos metidos en su dormitorio con cara de zombies, dura convivencia entre nosotros y aprendimos que el control no existe y era ver las noticias para saber que podríamos o no hacer al día siguiente.

Esa sensación de falso control ya nos abofeteaba sin piedad y digo "falso" porque así tuviera agenda: si el auto no funcionaba, alguien se enfermaba o se cancelaban las salidas, el calendario se cambiaba, pero eran hechos fortuitos. La pandemia nos obligaba a vivir de X manera lo que producía una desazón constante.

Salías a trabajar algunos días de la semana, veías calle, gente, autos y con una mascarilla que te ahogaba, con el calor del verano; pero, cada cierto tiempo las cosas se ponen feas y vuelves a casa sin poder salir.


Existe el slogan de "quedarte en casa es cuidarte y cuidar a los tuyos", incuestionable y lógico, pero viene la contraparte emocional, el desgaste en las relaciones con las parejas y los hijos, el que un niño aprenda a escribir solo, el encierro en un hiperactivo o un joven con autismo, una niña que no tiene materiales para arte porque nadie se acordó o una adolescente que no va a ir al colegio DOS AÑOS y tiene que asumirlo.

Hablando con mis papás les comentaba: ¿te imaginas que a los 15 años no hubiéramos podido salir meses de la casa?, claro que no había internet y cable, pero, para los nativos digitales, eso es lo básico de su generación como para nosotros hubiera sido ver la tele, el atari o alquilar películas en blockbuster.

¿A dónde quiero llegar?... Para nosotros adultos, padres de familia y hasta abuelos; es duro poder gestionar nuestras emociones, nuestras frustraciones y para muchas familias el dolor de la pérdida de alguien que amaban mucho. 

Este post es un llamado a la empatía con el niño de tres años, con el adolescente de 14, con la niña de nueve, con la universitaria de 19... Señores son dos años de escaso contacto físico si no es ninguno y si estamos cerca uno del otro, tenemos que usar una mascarilla que solo permite vernos los ojos. 

Generemos espacio de contención con la familia, abrámonos al diálogo y sentémonos unos minutos a escuchar: lo que los hijos sienten, piensan, quieren, sueñan, etc. Sé que no es fácil y la misma situación los obliga a ser herméticos, callados y hasta un poco antisociales.

Busquemos gestionar nosotros nuestras emociones de la mejor manera y ser ejemplo para ellos, dar la pauta, porque después de esta pandemia nuestra forma de sentir y expresar lo que sentimos  nunca más serán las mismas.

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