lunes, octubre 02, 2023

Victimismo

En varios momentos de mi vida he sentido que todo conspira en mi contra: salud, dinero y amor se diluyen y solo quiero estar como en pausa para no pensar y me abrumo.

Cuando las personas que vienen a sesión creen que porque hago acompañamiento emocional mi vida está llena de arcoiris y mi mascota es un unicornio, les explico que sufro, lloro y se me acaban lo recursos. Como me dice mi terapeuta: "el ojo izquierdo no puede ver al ojo derecho", entonces entiendo que es momento de parar y desde la calma comenzar de nuevo.

El victimismo es como un callejón sin salida, culpo a los demás por sentirme triste: "ella me hace sufrir", aseguro cosas que no hay forma que las sepa como: "seguro está molesta, me miró mal". Somos subjetivos y tendemos a la fatalidad; volviendo nuestro día a día un círculo vicioso de emociones displacenteras donde lejos de aprender y tratar de comprender ¿para qué siento lo que siento?, atraigo "seguidores" de drama que me van a decir: Ay si, que malo es contigo, pobre de ti, tú que eres buena, pobrecita, etc.

Es importante la contención en momentos de dolor, que los hay; sin embargo quedarnos anclados en el dolor, puede volverse una patología si no se atiende a tiempo.

Vamos a ver el caso que tuve en consulta y para proteger a mi cliente le pondremos de nombre Elena. Su esposo le dijo que no la ama más y quiere irse a vivir con otra mujer. Él hará los papeles del divorcio, le deja la casa y le dará un excelente pensión alimentaria. Esta es la quinta vez que él le es infiel, ahora que se "re enamoró" de su primera novia, él está decidido a irse.


Elena es una mujer inteligente, hermosa y muy talentosa con la repostería; tiene su propia empresa y recibe halagos casi a diario; por otro lado tiene dos hijos adultos en la universidad que casi ni los ve. 

Elena no se quiere divorciar y cuando le pregunto ¿por qué?, me responde: "Amo a mi esposo, no puedo vivir sin él".

Revisamos infancia: Papá ausente emocionalmente, adicto al trabajo y las secretarias. Mamá maestra  de escuela brillante, le pondremos Ana de nombre, criada por una madre soltera que fue abandonada cuando el padre se enteró del embarazo.

Ana (Madre de Elena) soportó todo tipo de humillación con tal de "tener a la familia completa"; Elena no recuerda haberlos visto felices más de un día seguido, dormían en cuartos separados, almorzaban entre quejas y menosprecio y a los cumpleaños Papá siempre llegó tarde. Elena decía entre sollozos: me generaba ansiedad y hasta vómitos escucharlos pelear todo el tiempo y siempre terminaba en llanto de mamá rogando que no nos abandonara.

Esta sesión duró dos horas y fue reveladora, las palabras de Elena fueron: Ay noooo! Soy como mi Madre, dispuesta a todo por las apariencias y el querer tener la foto completa (Mamá, Papá e hijos). Ella no era feliz reteniendo a mi padre, ni él era feliz viviendo con nosotras, éramos como una cruz para él, no sabes las veces que recé llorando pidiéndole a Dios que se fuera y a veces hasta que se muriera.

Cuando nos casamos, no lo hacemos pensando que el matrimonio va a fracasar, nos casamos enamorados, llenos de expectativas, anhelos y con la falsa idea que la pareja va a llenar nuestros vacíos, lo que no es posible pues sólo se llenan cuando sanamos a nuestro niño interior herido.

Cuando tienes que dejar de amarte para "amar" al otro ya no estás amando, ni a ti ni al otro. Cuando sientes que dependes, no hay equidad; cuando te calla diciendo que no tienes la razón hay confrontación, cuando tu te haces responsable de todo y él es un cajero automático, no hay igualdad de condiciones.

La confianza es un pilar, cuando se pierde hay que hacer un gran trabajo para recuperarla y para el que traiciona hay que cambiar paradigmas profundos de crianza, sino vuelve a ser infiel.

Elena me dijo: cuando éĺ está en casa siento ansiedad, cuando es tarde y no llega también. Me recuerda a la incertidumbre de cuando mi Papá no llegaba y mi Mamá lo esperaba en el mueble hasta la madrugada para sacarle en cara que era un mal hombre - bien tóxica mi Mamá - dijo entre risas y lágrimas.

Mi Mamá sigue viva y siento que si me divorcio es un fracaso y le estoy fallando pero creo que a quién estoy fallando es a mi misma, mis hijos me dicen que lo deje, que es un mal esposo y fue un padre ausente, pero me aterra quedarme sola, me imagino que eso sintió mi Abuela cuando la dejaron embarazada de mi madre.

Yo estaba de espectadora viendo a Elena tomando consciencia cada 5 minutos de cosas como: miedos heredados, lealtades familiares invisibles y sensación de no merecimiento sin sanar.

Cuando nos aferramos a personas emocionalmente ocupadas (con pareja o amantes), inconscientemente podríamos sentir que no merecemos ser amados plenamente y nos conformamos con la migaja de amor que nos pueden dar en el tiempo que le sobra. 

Elena concluyó de esta manera: Luchi, no quiero conformarme con la migaja, tengo un trabajo, tengo hijos buenos y una casa preciosa donde hago mis postres. Es hora de pensar en mí como mujer y profesional. Se que no va a ser fácil, pero me voy a matricular en algunos cursos que quiero de pastelería y expandiré mi negocio, sé que me voy a mantener ocupada para no pensar en pajaritos... ya crié hijos, tuve un matrimonio de 23 años que veré como una experiencia, como si hubiera hecho una carrera universitaria y que sé que algún día agradeceré sin llorar.  

 Fue una sesión emotiva a más no poder, llena de información valiosa para ambas. Luego hicimos sesiones de autoestima y gestión del tiempo y hoy es una mujer plena con un pretendiente que la acompaña a seguir sus propios sueños.

En el victimismo no hay evolución, no invita a la acción ni al cambio. Si quieres que las cosas sean diferentes, ¡haz las cosas diferente!.

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