Los seres humanos sufrimos de exceso de expectativa por lo general, queremos que todo sea como nos lo imaginamos: la fiesta, el matrimonio, el bautizo, la graduación y hasta la cara de mi jefe cuando vea mi proyecto.
El estrés por la "no perfección" nos abruma hasta las lágrimas muchas veces y a otros los orilla a la esquina más oscura de la existencia porque no cumplió no solo con sus expectativas sino con las de alguien más.
Luego de un auto análisis (auto o sea mi experiencia), soy fanática de decorar mi casa cuando hago alguna reunión, amo los detalles, como diría Marie Kondo: "si me da felicidad, me lo quedo", amo las sonrisas de las personas que vienen, es como decirles: "son importantes para mi, les regalo mi arte, lo que me hace feliz". Normalmente yo misma hago desde los adornos, la comida y la decoración.
Quitando el lado a veces, un poco cursi a estas sensaciones que me embriagan y me embargan, el estrés antes de la reunión a veces, me desgasta horrores y creo que cuando siento ese desgaste es en el momento en el que la idea es: esto no está quedando y no va a gustar, no va a quedar "perfecto".
Pero: ¿Qué es perfecto?, partiendo que el arte es algo tan personal, lo que a mi me gusta quizá a ti no y viceversa.
Entonces allí pienso: " Si me gusta está bien, es mi decoración, mi casa y mi toque personal" y todo se acomoda en mi cabeza.
Luego escucho hablar a las mamás de niños pequeños que en lo colegios "compiten" entre ellas por quién hace el cumple con las sorpresas más caras, más llenas y el show de sueño en el local de moda. Presupuesto que puedes gastar en un viaje familiar lindo de fin de semana lo haces polvo para 5 horas de fiesta. Ahora, si tienes el dinero: adelante pero a veces no lo tienes y te endeudas 3 años para hacer una fiesta.
Es en esos casos que creo que más lo haces para el resto, no un evento que llene tu corazón o el de tu hijo, sino los ojos de los invitados que igual van a criticar, y puse creo porque puedo equivocarme.
Los chicos son felices con cosas simples, ellos quieren pasarla bien, comer rico y divertirse. Para eso no necesitamos mucho; quizá a veces hay que escucharlos un poco más a ellos.
Amo las fiestas, a lo que voy es a no colocar a nuestros hijos esa mochila llena de nuestros "yo hubiera querido" y seamos realistas para agasajar a las personas, con menos estrés, más intimidad, menos escándalo y más tiempo para disfrutar el momento.
La perfección depende del ojo que lo mire, hagamos algo lindo para sentirnos felices y que la persona más emocionada sea el agasajado, en las cosas simples está la verdadera felicidad.
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