Difícilmente una ruptura puede ser fácil. La pregunta que siempre sale a flote es: ¿Cómo hago las cosas más fáciles? ¿cómo hacemos para que lo que sufrimos sea menos?; para que no duela tanto.
Cuando aprendes sobre emociones, entiendes que sentir una emoción no es malo, por el contrario, la emoción es una expresión en la que intervienen inclusive hormonas y químicos. Sentir ira no es malo, lo que es perjudicial es manejarla mal, explotar, herir y herirnos a nosotros mismos.
Cuando un niño está en crisis por ejemplo: por un exceso de ruido o gentío, lo que hacen los padres es sacarlo de ese entorno, llevarlo a un lugar tranquilo, entenderlo y esperar que el estrés disminuya. Esto funciona inclusive con niños con autismo, quienes sabemos les cuesta más manejar y expresar lo que sienten.
Ahora bien, Cómo trabajamos en casa con nuestros hijos cuando es allí mismo donde hay conflictos entre los padres, cuando no podemos llevarlos a un lugar tranquilo, porque están en su propia casa.
Cómo disimular que el amor se agotó, que ya no hay casi cruces de miradas entre papá y mamá, explicar la ausencia y limpiarla de falta de afecto, responder a un ¿Papá ya no nos quiere? a un niño de 8 años y explicar entre dientes que el amor que él siente por sus hijos es infinito y que es un problema de grandes.
Cuando te dicen: "si el problema es contigo ¿por qué mamá no viene con nosotros de paseo a la playa?", decirle a un hijo adolescente: "necesito tu apoyo, eres algo así como el hombre de la casa ahora", sin saber cómo manejar la situación, porque sabes que no es justo para él, que no va a poder reemplazar a un esposo, que no es su tarea ni su función.
Disfrazar un "ya no puedo más" con un "somos un equipo, ayúdenme", abrazarlos cuando lloran por la ausencia y por dentro estás destruida y respirar hondo y decir: "¿sabes cuánto te amo? ".
Oír a tus hijos adolescentes decir: "Si tú eres más feliz sin papá, nosotros te vamos a apoyar, lo único que queremos es que seas feliz", intenso; te lleva a la cima pero te quiebra por miedo a no ser suficiente.
No existe un manual, cada hijo es diferente y asume los retos de maneras distintas, pero tratemos de ser sensatos, para sentir orgullo por cómo manejamos las cosas con los hijos, como nos vamos perdonando a nosotros mismos por haber soportado dolor o indiferencia por años y lo convertimos en aprendizaje.
El sinsabor de las ausencias, de los silencios, de las miradas esquivas: curten; entendemos que la felicidad no nos la da nadie, que tomando una taza de té mirando el cielo podemos sonreír y que la soledad es buena aunque duela al comienzo.
Que improvisar una nueva relación sobre brazas calientes es una mala idea, el corazón debe descansar, que es mejor encontrarte a ti mismo, no llenar un vacío con alguien, usar a otra persona es egoísmo; mejor llenarla con algo que nos llene el corazón: un pasatiempo, un viaje o escribir un libro. Si alguien va a venir a nuestras vidas que sea porque estamos felices.
Nunca se está preparado para afrontar lo grande solo, allí descubres de qué estás hecho, tu verdadera fuerza, tu valor y tu grandeza, por lo tanto, agradece a quien se fue y te pulió para convertirte en un nuevo ser lleno de luz.
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