Estoy leyendo el libro "Este Dolor no es mío" de Mark Wolynn, que recomiendo ampliamente para todos aquellos que desean interiorizar el autoconocimiento desde el punto de vista transgeneracional.
A continuación cito partes de lo que aparece en el libro que me pareció interesante compartir:
"Cuando de niños veíamos en peligro nuestra seguridad o nuestra integridad, nuestros cuerpos reaccionaban erigiendo defensas. Estas defensas inconscientes se convierten después en nuestra reacción primaria y nos orientaban la atención hacia lo que era difícil e inquietante, en vez de ser conscientes de lo que es tranquilizador. Es como si nuestros recuerdos positivos vivieran al otro lado de un muro, cerca de nosotros pero fuera de nuestro alcance. Como solo podemos residir a un lado del muro, nos llegamos a creer que no nos pasó nada bueno nunca.
Es como si hubiésemos reescrito la historia conservando únicamente los recuerdos que confirman nuestra estructura defensiva primitiva, unas defensas que nos han acompañado tanto tiempo que ya forman parte de nosotros. Bajo las barricadas inconscientes que hemos levantado yace el deseo profundo de que nos quieran nuestros padres."
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" Los biólogos evolutivos confirman esta premisa. Explican que nuestras amígdalas cerebrales dedican 2/3 de sus neuronas a detectar amenazas. A consecuencia de ello, es más fácil que se almacene en nuestra memoria a largo plazo los hechos temibles y dolorosos que los hechos agradables.
Los científicos llaman a este mecanismo por defecto "sesgo de negatividad", y es para detectar posibles amenazas. Según ha dicho el neuropsicólogo Rick Hanson: "La mente es adherente como el velcro para las experiencias negativas, y resbaladiza como el teflón para las positivas"."
No seamos tan duros, sí hubieron cosas buenas, sólo que nos costará un poco más recordarlas.
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