Ocurre en consulta que llegan diferentes personas con la misma frase derrotista: "pero es mi familia y tengo que quererla" o "es que si no la visito se ofende y le dice a todo el mundo que soy una mala hija" y muchas otras que se vuelven mensajes subliminales de autosabotaje y parálisis.
Especialistas en relaciones familiares y de pareja llegan a una misma conclusión: los afectos no son un derecho, son algo que se cultiva con el tiempo y en el tiempo. No deberíamos aferrarnos a los recuerdos felices para hacer tolerable el maltrato constante de un hermano, madre o primo si son personas hostiles, que te juzgan constantemente y no suman a tu crecimiento personal.
Si tienes que estar defendiéndote constantemente, te sientes ansioso o incómodo todo el tiempo con su presencia, no los visites. Fortalece tu amor propio, trabaja en tu mejora continua y si más adelante te provoca, los visitas.
Es complicado cuando hablamos de temas de demencia o Alzheimer porque la persona enferma, no es consciente de lo que dice o hace, entonces lo que toca es trabajar la tolerancia a las acciones concretas y entender que no lo hacen por molestar sino porque la enfermedad los domina.
Todos amamos lo bueno de las personas, no lo malo y si bien nosotros no somos perfectos, si hay hostilidad en el trato, podemos dejar de sentir afecto por alguien porque la sangre te hace pariente pero el amor te hace familia; por tanto, sentirse culpable por no tener afecto por alguien cercano en algún momento de tu vida, no te hace una persona mala, traicionera o desleal; te hace humano. Ya hay un dolor implícito al asumir que no sientes afecto en este momento de tu vida por un familiar, incluso puede ocurrir con un hijo.
Es importante trabajar en uno mismo el ¿por qué es tan doloroso para mí lo que hace o dice?, créeme, es una gran oportunidad de mejora y el proceso de curar aquello que no nos deja avanzar. Una vez restablecida tu estabilidad emocional, si se da un acercamiento, ser paciente, porque uno queda a la defensiva, sin querer, por temor a ser herido.
El rencor le hace más daño al que lo siente que al "odiado" así que perdonar es un acto liberador.