martes, julio 22, 2025

“La depresión funcional: cuando parecer feliz duele”


La depresión funcional es un tipo de trastorno depresivo que pasa desapercibido. La persona sigue con su vida, cumple con sus responsabilidades, se ríe en reuniones, publica en redes… pero por dentro está rota. Desde la psicología clínica, esta condición es peligrosa porque no se nota. Desde la neurociencia, se explica por un desbalance en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. Es como si el cerebro pusiera un “modo automático” para que el cuerpo funcione mientras el alma está colapsando.

¿Cómo reconocerla? 

Aquí van 5 síntomas comunes:

  1. Cansancio crónico sin explicación física.

  2. Falta de disfrute (anhedonia): todo parece vacío, aunque se haga lo que antes se amaba.

  3. Autocrítica excesiva y culpa constante.

  4. Aislamiento emocional: se conversa, se sale, pero se evita mostrarse realmente vulnerable.

  5. Cambios en el sueño o apetito: demasiado o muy poco.

Estas personas suelen decir frases como: “Estoy bien, solo cansada”, “No me puedo quejar”, o “Otros la pasan peor que yo”.

¿Cómo puedes ayudar?

  1. Escucha sin intentar arreglar. La validación emocional es clave.

  2. Observa más allá de las apariencias. Lo que parece “funcional” puede estar roto por dentro.

  3. Ofrece compañía sin presión: Invitar, estar, no exigir.

  4. Evita frases tóxicas como “ponle ganas”. En la depresión, la voluntad está afectada.

  5. Sugiere apoyo profesional. La terapia y, en algunos casos, la medicación, salvan vidas.

¿Se cura para siempre?

La depresión funcional sí se puede sanar, pero requiere un abordaje integral: psicoterapia, cambios en el estilo de vida, manejo del estrés y, a veces, intervención médica. Lo más importante: no subestimes a quien siempre “parece bien”. A veces, son los más fuertes quienes están a punto de quebrarse.

viernes, julio 18, 2025

Parejas controladoras: lo que hay detrás del control y cómo afecta a todos

 

El control en una relación no siempre se manifiesta con gritos o prohibiciones evidentes. A veces se presenta como sobreprotección, consejos no pedidos o preguntas constantes. Pero, detrás de ese control, hay mucho más que un simple intento de “cuidar”: hay miedo, heridas emocionales y una necesidad inconsciente de evitar el abandono.

🧠 ¿Qué pasa en el cerebro de una persona controladora?

Desde la neurociencia, quien controla está en modo hipervigilancia emocional. La amígdala cerebral, que detecta amenazas, se activa fácilmente ante cualquier señal de independencia de su pareja. Esto dispara sustancias como el cortisol, la noradrenalina y, a veces, dopamina, generando una sensación temporal de alivio al ejercer el control. Pero es un alivio que dura poco… y que daña mucho.

Psicológicamente, el controlador suele tener una historia de miedo al abandono, baja autoestima o vínculos familiares inseguros. Puede haber aprendido que "amar es retener", porque vivió el afecto como algo que se gana y se puede perder fácilmente.

💔 ¿Qué siente quien es controlado?

Vive en alerta constante. El estrés crónico activa el eje HPA, y aparecen síntomas como ansiedad, insomnio, problemas digestivos, fatiga y una profunda sensación de culpa. Con el tiempo, se debilita la autoestima y se entra en un ciclo de dependencia emocional que anula la libertad y la autenticidad.

⚠️ El deterioro de la relación

Aunque el controlador busca seguridad, en realidad genera el efecto contrario: distancia emocional, resentimiento y pérdida de intimidad. La relación se vuelve tensa, rígida, sin espacio para el crecimiento individual ni para el amor verdadero, que solo puede florecer desde la libertad.

✨ ¿Se puede sanar?

Sí. Sanar implica mirar adentro con honestidad. Entender qué heridas activan ese deseo de controlar y trabajar para construir vínculos desde la confianza y no desde el miedo. También implica que quien está siendo controlado ponga límites y recupere su voz.

Porque el amor no necesita vigilancia. Necesita respeto, confianza y espacio para ser libre.

jueves, julio 17, 2025

Cuando el amor limita: Efectos de la sobreprotección en la infancia y la adultez


 ¿Qué es la sobreprotección?

La sobreprotección nace del amor... pero también del miedo. Es un intento de evitar cualquier sufrimiento en nuestros hijos, anticipándonos a sus errores, decisiones y caídas. Sin embargo, proteger en exceso puede convertirse en un obstáculo para su desarrollo emocional y su autonomía.

¿Qué ocurre en el cerebro del padre sobreprotector?
En el cerebro adulto, la sobreprotección activa zonas relacionadas al miedo, como la amígdala, y el sistema de recompensa: cada vez que evita un riesgo para su hijo, experimenta alivio. Pero esta protección se convierte en una adicción emocional que bloquea el desarrollo del hijo.
También hay causas psicológicas: miedo a repetir la propia historia, culpa no resuelta o baja autoestima que se compensa “dando todo”.

¿Qué consecuencias tiene en los hijos?
Cuando los hijos crecen sin enfrentar frustraciones ni tomar decisiones, su cerebro no desarrolla plenamente áreas clave como el córtex prefrontal. En la adultez, esto puede traducirse en:

  • Miedo a equivocarse

  • Falta de iniciativa

  • Dependencia emocional

  • Baja tolerancia a la frustración

  • Sensación de vacío o inutilidad

  • Expectativa de que alguien más les resuelva la vida

¿Cómo evitar caer en este patrón?
Criar no es controlar, es acompañar. La clave está en permitir el error como parte del aprendizaje, confiar en la capacidad de los hijos y trabajar las propias heridas para no educar desde el miedo.

Conclusión
La sobreprotección impide que nuestros hijos desarrollen alas. Amar también es soltar. Y confiar es uno de los actos más profundos de amor consciente.

miércoles, julio 16, 2025

¿Tienes el síndrome de Tarzán? Aprende a soltar sin miedo

¿Te ha pasado que terminas una relación… y casi de inmediato ya estás iniciando otra? ¿Te cuesta estar sol@, sentir el silencio, habitar tu espacio interno?

Eso podría ser un patrón emocional llamado Síndrome de Tarzán: una tendencia a no soltar una relación hasta tener otra asegurada. Como el personaje que salta de una liana a otra sin tocar el suelo.

En el último episodio del podcast que grabé junto a Magaly Mora, exploramos este fenómeno desde tres enfoques: la neurociencia, la psicología y la sociología.

¿De dónde viene?

Este síndrome tiene raíces en la infancia. Niños que crecieron con vínculos inestables, falta de afecto o padres emocionalmente ausentes, pueden desarrollar un miedo profundo al abandono. Esa herida no resuelta se traduce en una dependencia afectiva camuflada: “si me aman, valgo; si me quedo sola, me pierdo”.

¿Qué consecuencias tiene?

  • Saltar de relación en relación sin introspección.

  • Idealizar vínculos rápidamente.

  • Dificultad para establecer límites.

  • Desgaste emocional, vacío existencial.

Desde el punto de vista neurológico, el cerebro se vuelve adicto a la dopamina del enamoramiento, evitando el dolor del duelo. Socialmente, la presión por estar siempre acompañado/a refuerza este patrón.

🧬 DESDE LA BIONEUROEMOCIÓN

La bioneuroemoción parte de la idea de que todo conflicto emocional repetitivo tiene un origen inconsciente, muchas veces relacionado con:

1. Programas heredados (transgeneracional):

  • El miedo a estar sola puede estar vinculado a historias de mujeres del clan que fueron abandonadas, viudas jóvenes, madres solteras rechazadas o excluidas.

  • Saltar de relación en relación puede ser una forma de evitar repetir ese "destino".

🔁 “Yo no puedo estar sola porque si estoy sola, algo malo me va a pasar”programa inconsciente.

2. Conflicto biológico-emocional no resuelto:

  • El vínculo afectivo se vuelve una biodependencia emocional: sin pareja, el sistema percibe que no está a salvo.

  • El cuerpo activa mecanismos de estrés cuando no hay un "otro" que lo regule.

3. Necesidad de reparación:

  • Muchas veces, una persona busca “completar” a través de la pareja lo que no recibió de la figura materna o paterna.

  • El salto entre vínculos intenta cerrar una herida original… que no se sana con otro, sino al mirarla de frente.


¿Cómo se trabaja?

Aquí te comparto 5 claves para empezar a sanar:

  1. Reconecta contigo: trabaja tu amor propio, dedícate tiempo.

  2. Sostén el vacío: permite que el silencio te enseñe.

  3. Revisa tus creencias: estar solo no es sinónimo de abandono.

  4. Sana tu infancia emocional: trabaja tu niña interior.

  5. Crea dopamina natural: ejercicio, meditación, gratitud.

🌱 Soltar no es el fin. Es el verdadero comienzo.

martes, julio 08, 2025

📝 Desinterés en la pareja: cuando el amor deja de mirar

A veces, el desinterés no se dice. Se siente. Se manifiesta en silencios largos, respuestas frías, gestos sin alma. Y lo más confuso es que esa persona sigue ahí… pero emocionalmente ausente. Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre esto desde la psicología afectiva, con el respaldo de dos referentes: Gabriel Rolón y Walter Riso.



🔍 ¿Por qué aparece el desinterés?

El desinterés no es siempre inmediato. Puede ser la consecuencia de algo que se viene gestando en el tiempo. Según Gabriel Rolón, el deseo y el interés no se pueden forzar. “Cuando el deseo se va, no se lo puede obligar a volver”, afirma. Y es que en las relaciones, el deseo es el motor que mantiene la conexión viva, y cuando se apaga, lo demás comienza a tambalear.

Walter Riso, por su parte, advierte que muchas veces confundimos amor con costumbre, o con dependencia. Y eso nos hace quedarnos en relaciones donde el otro ya no está emocionalmente. Él dice: “Amar sin libertad, sin admiración ni deseo, es condenarse a la agonía afectiva.” Y sí, permanecer por miedo a estar solo o por no querer “perder” a alguien que ya no muestra interés, es condenarse a una lenta erosión emocional.

🌀 La intermitencia emocional: el vaivén que desgasta

Uno de los signos más comunes del desinterés encubierto es la intermitencia emocional: hoy te busco, mañana desaparezco; hoy te abrazo, mañana no te respondo los mensajes.

Esto, lejos de ser una señal de duda amorosa, muchas veces es una forma de manipulación emocional. Riso lo define así: “No es amor, es dependencia afectiva disfrazada de romanticismo.” Y tú, que esperas una señal de constancia, te vas desgastando emocionalmente por querer leer entre líneas lo que en realidad está claro: no hay intención real de construir algo contigo.

🚩 Señales de que no quieren nada serio contigo

Cuando alguien está contigo pero sin intención de comprometerse realmente, suele mostrar algunas de estas conductas:

  • Está presente solo cuando le conviene o necesita algo.

  • Evita hablar del futuro, de compromisos o de profundizar el vínculo.

  • Te hace sentir que pedir claridad o afecto es “demasiado”.

  • Muestra cariño en privado pero te invisibiliza en su vida pública.

  • Cada vez que le planteas lo que sientes, lo minimiza o te culpa.

Rolón lo resume de forma tajante: “Quien quiere estar, está. Lo demás son excusas disfrazadas de heridas.”

🧩 Ser la “persona del proceso”

Uno de los roles más dolorosos que podemos ocupar en una relación es ser la persona del proceso.
Es decir, esa figura que aparece justo cuando la otra persona está emocionalmente rota, desorientada o en transición.

Te vuelves apoyo, sostén, refugio… pero no elección.
Estás para contener, para acompañar sus dudas, su duelo, su reconstrucción…
y cuando logran avanzar o “sanar”, simplemente se van.

No porque hiciste algo mal. Sino porque nunca te vieron como su destino, sino como su puente.

Y esa es una de las traiciones afectivas más solapadas: darte afecto a medias mientras te usan como contención emocional temporal.
Walter Riso advierte: “No te enamores del potencial de alguien. Enamórate de su realidad. Lo que hoy no te puede dar, mañana tampoco te lo dará con constancia.”

💔 No justifiques el desinterés

Una de las trampas más comunes es justificar el desinterés del otro: “está pasando por una etapa difícil”, “no sabe amar bien”, “me quiere pero no lo sabe demostrar”.

Pero aquí va algo claro, directo y desde el amor propio:
el amor no se mendiga.
Quien te quiere de verdad no te confunde, te elige.
No te da migajas, te incluye.
No te apaga la voz, te escucha y te honra.

🌱 Conclusión: Tu valor no se negocia

No viniste a ser parche, ni puente, ni proceso. Viniste a compartir tu vida con alguien que te vea con claridad y elija quedarse desde el amor, no desde la necesidad.

Si hoy te sientes usada, ignorada, o emocionalmente abandonada en tu relación, recuerda esto:
El desinterés no se discute. Se detecta.
Y cuando lo ves, te toca elegir si te quedas o te eliges a ti.

Frases para cerrar y compartir:

  • “No se ama desde la escasez. Se ama desde la elección.” – Gabriel Rolón

  • “Estás para que te quieran bien, no a ratos ni con confusión.” – Luchi Ghersi

  • “No seas la persona que sana a alguien para que otro la disfrute.” – Walter Riso


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martes, julio 01, 2025

Crianzas que dejan huellas: Lo que los golpes enseñan (y deforman) en el cerebro de un niño


La violencia física en la infancia no solo deja marcas en la piel: deja huellas profundas en el cerebro. Desde la neurociencia, se ha demostrado que cada vez que un niño es golpeado, su sistema de estrés se activa como si estuviera en peligro de vida. Se liberan hormonas como el cortisol, alterando zonas clave como la amígdala y la corteza prefrontal, responsables del miedo, la regulación emocional y la toma de decisiones.

Eduardo Calixto, en El amor y el desamor en el cerebro, explica que un niño criado bajo violencia aprende que amar duele, que hay que cuidarse incluso de quienes deberían protegerlo. Esa experiencia moldea la forma en que ese niño, ya adulto, se relaciona en pareja, en el trabajo o con sus hijos: puede tener reacciones exageradas, miedo a intimar, o desconectarse emocionalmente para no sentir.

Pero no todo está perdido. Gracias a la neuroplasticidad, es posible reprogramar estas rutas emocionales. Psicoterapia, vínculos seguros, trabajo corporal y prácticas de mindfulness ayudan a construir nuevas formas de vivir y amar. No para borrar el pasado, sino para que no defina el futuro.

Separarte de quien amas: qué pasa en tu mente y cuerpo cuando lo dejas ir


¿Por qué duele tanto dejar ir a alguien que amamos, incluso si sabemos que no es bueno para nosotros?

La neurociencia y la psicología clínica explican que el amor activa en nuestro cerebro un circuito de recompensa similar al de una adicción: dopamina, oxitocina y serotonina se elevan cuando estamos cerca de esa persona. Cuando nos separamos, estos químicos se desploman… y aparece la ansiedad, la tristeza profunda, el insomnio y la sensación de “vacío”.

Desde el punto de vista cerebral, se activa la amígdala (responsable del miedo y el dolor emocional) y disminuye la actividad en la corteza prefrontal, dificultando pensar con claridad. Además, aumentan los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

En el cuerpo también ocurre una revolución: el síndrome del “corazón roto” es real, y el sistema nervioso se altera, generando palpitaciones, dolores de pecho o falta de energía. Todo esto forma parte del duelo.

¿Cuánto dura?
Entre 3 a 6 meses si se logra cortar el contacto, aunque puede extenderse más si hay recaídas o vínculos no resueltos.

¿Qué puedes hacer para ayudarte?

  1. Cortar contacto real: nada de espiar redes ni mensajes.

  2. Expresar el dolor: hablar, llorar, escribir.

  3. Hacer ejercicio físico.

  4. Apoyarte en personas que te aman.

  5. Resignificar: ver la relación con claridad, sin idealizar.

Separarte puede ser doloroso, pero también puede ser el primer paso hacia tu libertad emocional.

Te leo en los comentarios.

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