La palabra error encierra dentro del inconsciente colectivo la idea de incapacidad, poca inteligencia, irresponsabilidad y hasta que eres un iluso soñador.
Cuando hablamos con emprendedores o personas que desean intentar cosas nuevas hay más miedo a equivocarse que al proyecto en sí y es que no vemos que el error viene a enseñarnos que las cosas no funcionan como creímos y que hay que buscar otro modo.
Cuando sacamos malas calificaciones en el cole, sabemos que no sabemos o sabemos que no leímos bien la pregunta, que no tomamos atención durante la prueba o que nos confundimos. A mis hijos les pedía que hicieran la corrección del examen para que puedan ser conscientes en qué se equivocaron y la próxima no cometan los mismos errores. La calificación te dice: así no es.
En el libro "Libera tu magia" de Elizabeth Gilbert hay varias líneas sobre el miedo y la creatividad, le comparto un poquito:
"Una manera diferente de ver el miedo...
Puedes fomentar relaciones más sanas para las catástrofes emocionales que tú mismo te inventas no te quiten tanto tiempo.
Si tu proyecto no sale, puedes siempre verlo como una experiencia constructiva y que ha merecido la pena...
Puedes creer que no eres ni esclavo ni amo de la inspiración sino algo más interesante, su socio...
Si la inspiración puede llegarte de forma inesperada, puede abandonarte de la misma manera."
Entonces, si queremos disfrutar la vida plenamente, hay que comprender que los errores se van a dar y que encontraremos una manera creativa de solucionarlo.
Si nos vamos los datos científicos, según la Dra. Marian Rojas, quien ha hecho estudios de neurociencia, nos cuenta que más del 80% de los miedos no ocurren, sólo están en la mente. Entonces lo que hay que hacer es preguntarnos: ¿es real o es una idea?, ¿puedo hacer algo por mejorar o no? y empezar a crear alternativas.
El miedo excesivo limita nuestra capacidad de pensamiento y daña el organismo, si no lo disminuimos por convicción, hagámoslo por salud. Suena más fácil de lo que es, pero debemos comenzar a analizar y darnos cuenta que muchos de nuestros miedos no son realmente nuestros, sino creencias limitantes que no tienen una base lógica y sólida.
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