Es importante el autocuidado pues nosotros somos responsables de lo que pensamos y sentimos.
Parte del autocuidado es ser consciente de lo que soy y lo que tengo. Dentro de saber lo que tengo, si hablamos de salud, nos referimos a lo emocional saber si soy ansioso, preocupado, tímido o desenvuelto por naturaleza. Cuando me estreso enfatizo la ansiedad, preocupaciones, timidez (me vuelvo más vulnerable) o la ira si soy de temperamento explosivo o volátil.
En la parte física, si yo sé que sufro de dolores de espalda o estómago; cuando tenga estrés, esas situaciones se van a agravar y el sistema inmune se ralentiza.
A veces nos late el párpado, sudan las manos, aumentan las palpitaciones, eso también es señal de estrés. Sin contar que el sistema inmune se deteriora.
En este punto ya puedo tener nociones si estoy un poco estresado, lo complicado es cuando hago cuadros ansiosos donde pensamientos recurrentes reales o imaginarios se apoderan de la mente y entramos en un bucle interminable de preocupación. Lo ideal es buscar ayuda para aprender herramientas de autogestión de la ansiedad.
Biológicamente durante un periodo de estrés se habla de una vida inflamatoria, donde lo que ingerimos tiene gran influencia en la calidad de salud corporal, existe una conexión intestino-cerebro. No es la idea no comer sino comer de manera inteligente.
También es importante dormir por lo menos 6 a 7 horas, sin estímulo de pantallas previas que hacen que el cerebro tenga problemas para el descanso.
Tener vías de escape sanas, grupos de amistades que suman y que comparten como nosotros una vida con propósito.
Hagamos con cierta frecuencia estas preguntas ¿Qué quiero de la vida?¿Mi propósito sigue siendo el mismo?
Hacer un ajuste de ruta y avanzar para lograr lo que nos proponemos es un buen plan.
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