La ansiedad no es exageración ni debilidad. Es una respuesta real del cuerpo que siente que está en peligro, aunque racionalmente no lo esté. Es como una alarma interna que se activa para protegernos, pero que a veces se queda encendida más tiempo del necesario.
¿Qué puede detonar la ansiedad en el trabajo?
El entorno laboral, con sus demandas y ritmos, puede ser un terreno fértil para la ansiedad. Algunas causas frecuentes son:
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Exceso de presión o exigencia constante.
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Miedo a equivocarse o a ser juzgado.
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Ambientes tensos o poco empáticos.
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Falta de claridad en las tareas o roles.
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Pocas pausas o tiempos de descanso.
Una persona ansiosa puede parecer distraída, hipersensible, impaciente o incluso distante. Pero en realidad, está luchando internamente para sostenerse, mientras intenta cumplir con sus responsabilidades.
¿Qué puedes hacer si compartes espacio con alguien ansioso?
No necesitas ser psicólogo para acompañar con empatía. A veces, pequeños gestos marcan una gran diferencia. Acá te dejo 5 claves:
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Valida su emoción.Un “te entiendo, debe ser difícil” es mucho más útil que un “no es para tanto”.
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Ofrece claridad.Si lideras un equipo o trabajas con alguien ansioso, ser claro con expectativas y tiempos puede ayudar mucho. El feedback es importante.
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No presiones en momentos de crisis.Cuando alguien está muy ansioso, su cerebro está en modo “supervivencia”. No puede razonar ni rendir más. Dale un momento para respirar.
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Fomenta espacios de pausa.Un simple “¿quieres salir a tomar aire un minuto?” puede evitar un colapso emocional. No lo digas delante de otras personas, dilo en privado.
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No te lo tomes personal.La ansiedad no es contra ti. Es una batalla interna. No eres la causa, pero puedes ser parte del alivio.
Todos estamos lidiando con algo. En un mundo laboral que a veces exige más de lo que da, cultivar la empatía es una forma de resistencia. Y también, una forma de sanar juntos.
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