viernes, abril 18, 2025

Juntos ... pero ya no tanto


Cada vez más parejas optan por un modelo extraño pero cada vez más común: seguir viviendo juntos tras el fin del amor, compartiendo casa, rutina y responsabilidades, pero sin intimidad ni compromiso afectivo. No son novios, ni amantes, ni exactamente exparejas. Son… compañeros de piso con historia.

Se trata de matrimonios que no terminan oficialmente, pero tampoco funcionan emocionalmente. Personas que, en lugar de separarse, hacen una especie de tregua: tú tu vida, yo la mía, pero compartimos alquiler, cuidado de los hijos (si hay) y silencio cordial en la cocina. Afuera, cada quien tantea relaciones tibias, discretas, con el mismo entusiasmo con el que uno busca series nuevas: algo que entretenga pero no comprometa.

¿Es comodidad? ¿Miedo? ¿Estrategia económica? Probablemente, un poco de todo. Para algunos, es un pacto funcional: evitar dramas, conservar estabilidad. Para otros, es un limbo emocional que termina apagando cualquier deseo de reconstruirse.

Lo cierto es que esta tendencia refleja un nuevo tipo de relación: una donde el vínculo no se rompe, pero tampoco se cultiva. Se habita. Como un espacio neutral donde se evita la tormenta… pero también se renuncia al sol.

¿Estás conviviendo con alguien que ya no te mira igual? ¿Tu casa es un hogar… o una zona de tregua? Tal vez sea hora de preguntarte si estás compartiendo vida o solo espacio.

El dilema es que los años siguen pasando y te estás negando la oportunidad de vivir realmente, no de andar en la tibieza y si hay hijos, haciéndoles creer que un matrimonio es eso: dos personas que se toleran pero que no construyen ni se aman en realidad.

Hay decisiones que hay que tomar a veces renunciando a algo para conseguir una cosa mejor. El tiempo transcurre decidas lo que decidas pero no regresa.

No hay comentarios.:

Crianzas que dejan huellas: Lo que los golpes enseñan (y deforman) en el cerebro de un niño

La violencia física en la infancia no solo deja marcas en la piel: deja huellas profundas en el cerebro. Desde la neurociencia, se ha demost...